SEPTIEMBRE Y LA VUELTA AL COLE
De nuevo septiembre, mes de comienzos, de propósitos, de ilusiones, de volver a intentarlo y mes de… la vuelta al cole. Atrás quedan los días largos, sin horarios, sin rutinas, sin obligaciones.
Por tanto, hay que aprovechar estos momentos de impulsos y ganas de comenzar para sentar las bases que harán que el curso vaya rodado y no derive en una carrera de obstáculos constante.
Para ello proponemos un cambio de perspectiva que, en principio, parece solo cosa de lenguaje, pero tiene mucha importancia: hablamos de aprendizaje frente a enseñanza. El aprendizaje se centra en el alumnado y la enseñanza, en el profesorado.
¿Y cómo aprenden los niños? Según Francisco Mora, docente, doctor en Medicina y Neurociencia y catedrático de Fisiología, sin emoción no hay aprendizaje. Es decir, aquello que nos emociona, lo que nos genera un interés genuino, hace que nuestro cerebro lo asimile de una manera profunda. Por ello, resalta que la clave está en enseñar con emoción, haciendo curioso aquello que se está explicando. La curiosidad despierta la atención de quien escucha y ello propicia un mejor aprendizaje.
En la misma línea, Catherine L’Ecuyer, doctora en Educación y Psicología, así como investigadora y autora, nos habla en su libro Educar en el asombro de la capacidad de mirar las cosas con curiosidad y cómo podemos los adultos guiar esa curiosidad.
¿Y cómo podemos las familias acompañar a nuestros peques en esta situación de aprendizaje?
1-Preguntando. Haciendo preguntas no para obtener una respuesta rápida ni correcta, sino que lleven a discurrir, a pensar, a dar opciones, a abrir ventanas, a mostrar que hay muchas respuestas, muchos detalles en los que fijarse…
Y, preguntando, sabremos qué les interesa a nuestros niños y niñas, qué es lo que quieren saber, a qué le han dado importancia de todo lo que les ha pasado…
Y escucharemos sus respuestas.
¡Niños y niñas experimentan interés por el descubrimiento de las novedades que les ofrece el mundo!
2-Acompañando. Y acompañar es escuchar de manera activa lo que les pasa, observar qué es lo que tienen que hacer, cuáles son sus dificultades, cómo fomentar su autonomía; así tendrán más recursos y estrategias para superar las adversidades con mayor eficacia.
Podemos instarlos a hacer las cosas, guiando sin dirigir, permitiendo que descubran por ellos mismos, pero con pautas establecidas.
3- Creando rutinas. El orden permite la organización de tiempos, minimiza los imprevistos y genera sensación de seguridad. Conocer el paso siguiente permite interiorizar y automatizar para ir incorporando cosas nuevas.
Es muy buena idea empezar con horarios, comidas, descanso, tiempo dedicado al juego ¡o a la desconexión!
Busquemos pequeños cambios para emprender cada día y vayamos instaurando rutinas que nos faciliten ese ilusionante comienzo de clases.
Feliz septiembre, feliz curso.