«Debemos crear un sistema que entusiasme a las alumnas/os y las empodere»
Ron Ritchhart es investigador del Project Zero de la Universidad de Harvard y acaba de publicar por primera vez en castellano su obra Cultura de Pensamiento
Flexibles, innovadores, capaces de pensar y preparados para ser competentes en la complejidad del mundo actual. Así es como Ron Ritchhart considera que deberían ser los alumnos y alumnas de hoy en día. Para conseguirlo, el investigador lo tiene claro: «Debemos romper con el modelo de escuela estructurada». Con motivo del congreso Comprensión para un mundo complejo, del Project Zero de la Universidad de Harvard celebrado en España (Pamplona) el pasado mes de Octubre, nos sentamos a charlar con uno de los mayores expertos en Educación a nivel mundial.
P. ¿Estamos preparando bien a las alumnas y alumnos para el mundo con el que se enfrentarán en el futuro?
R. No creo que lo estemos haciendo. La mayoría de los sistemas educativos en el mundo están configurados para perpetuarse en el futuro del modo que han sido siempre. Hay muchas cosas en las escuelas que están muy estructuradas, como el currículo que enseñamos, el modo en que dividimos las disciplinas en materias, los exámenes que ponemos. Los alumnos están acostumbrados a obedecer estas reglas, han aprendido a jugar el juego que plantea la escuela y en muchas ocasiones han aprendido a funcionar con el mínimo esfuerzo posible, porque no tiene mucho sentido poner mucho esfuerzo en cosas que no nos importan demasiado. Pienso que tenemos que cambiar eso y crear un sistema que realmente entusiasme a nuestros alumnos y los empodere.
P. ¿Por qué es tan difícil crear una cultura de pensamiento en la escuela?
R. Hay muchas razones por las cuales es realmente difícil lograr este cambio en la cultura. Una de estas razones es que la historia que nos contaron a todos nosotros cuando fuimos alumnos en la escuela es una historia muy poderosa y muy bien inculcada. La gente tiene que enfrentarse a esta vieja historia y reconocer que no es la historia que quieren contar, sino que es una historia diferente. Muchas veces las escuelas mantienen la historia que les contaron a los profesores cuando fueron a la escuela y simplemente continúan con esa historia. Entonces, en primer lugar, debemos enfrentarnos a este cambio. Una segunda razón importante es que hemos organizado las escuelas en todo el mundo para que sean nuestras clasificadoras. Clasificamos a los alumnos en grupos, los de rendimiento alto, medio y bajo, los de orientación profesional, los que van a ir a la universidad… Organizamos las escuelas para clasificarlos. Muchos de los exámenes que ponemos no están pensados para averiguar cuánto han aprendido los alumnos, sino para averiguar cómo clasificarlos, para saber quiénes son los ganadores y quiénes los perdedores. Tenemos que prestar atención a los sistemas de evaluación y preguntarnos si realmente están promoviendo el aprendizaje que necesitan nuestros alumnos.
P. ¿Cuáles son las ocho fuerzas culturales que dan forma a la cultura de una clase?
R. Solemos pensar que la cultura es algo que surge un poco misteriosamente en torno a un grupo de personas y sobre la que no tenemos capacidad para controlar. En nuestra investigación intentamos comprender qué es lo que ocurre en una cultura e identificar lo que llamo ocho fuerzas culturales. He escogido el término “fuerzas” deliberadamente, porque al igual que la fuerza de gravedad no son algo que decidimos, como si pudiéramos decidir si queremos tener gravedad o no. Simplemente están ahí. Tenemos que decidir qué haremos con ellas y reconocerlas como una influencia. De forma similar, estas ocho fuerzas culturales no son algo que el profesor pueda elegir si implementa o no en clase. Ya están ahí y son las que dan forma a la cultura.
Las fuerzas son, sin un orden en particular, las siguientes. El modelaje. Nosotros estamos siempre modelando como profesores, como adultos. Estamos modelando quiénes somos como pensadores y como aprendices. Las oportunidades. Las oportunidades que el profesor crea. En todas las clases hay oportunidades, pero ¿son esas oportunidades ricas, poderosas para implicar a los alumnos, para construir comprensión, para cuestionar ideas erróneas? Las rutinas. Todos los grupos tienen rutinas. Una forma de pensar acerca de lo que es una rutina es pensar cuál es el modo en que se hacen las cosas. Hay rutinas para aprender y para pensar. El ambiente físico. La forma en que la clase está organizada, qué es lo que pone el profesor en las paredes, la forma en que están organizadas las mesas y las sillas, determinará el modo en que podrán interactuar las personas en ese espacio. El tiempo es otra fuerza cultural. Todos los grupos tienen un tiempo que es limitado. Esto significa que a través del modo en que organizamos el tiempo y las cosas a las que damos tiempo y a las que no damos tiempo, estamos enviando mensajes a nuestros alumnos acerca de qué es lo que valoramos. Las interacciones. La forma en que interactuamos con nuestros alumnos y el modo en que nuestros alumnos interactúan entre ellos. Y las expectativas. A menudo usamos la expresión expectativas para referirnos a lo que esperamos de nuestros alumnos. Lo que es aún más poderoso como fuerza cultural son nuestras expectativas hacia nuestros alumnos. Qué es lo que queremos para ellos. ¿Estamos intentando crear alumnos autónomos e innovadores? Estas expectativas hacia nuestros alumnos determinan el tipo de clase que crearemos.
P. ¿Qué evidencias existen acerca de la influencia de las fuerzas culturales en el aprendizaje de los alumnos?
R. Como las ocho fuerzas culturales son un marco teórico que nos ayuda a comprender una cultura, entonces no existen como una especie de programa que alguien podría poner en práctica. Las ocho fuerzas culturales están presentes para cualquier profesor, ya que existen en cualquier grupo u organización del que podamos formar parte. Cuando alguien siente que está en una cultura que nos apoya, los mensajes que nos llegan a través de cada una de estas fuerzas son coherentes y consistentes. Podríamos considerar de forma separada y estudiar lo que nos dice la investigación acerca de cada una de ellas. Por ejemplo, si observamos las oportunidades, las investigaciones llevadas a cabo por Fred Newman muestran que cuando los alumnos se encuentran regularmente con oportunidades para aplicar sus conocimientos en situaciones nuevas, en las que se les pide que comuniquen sus ideas con efectividad y hacer conexiones ricas con el resto de la comunidad, esos alumnos rinden mejor. No solo rinden mejor en los exámenes estandarizados, sino en general su progresión es mejor. O por ejemplo las interacciones. Hay bastantes meta-análisis hechos e investigaciones que dicen que cuando una clase tiene interacciones positivas, relaciones positivas, los alumnos aprenden más. Esta es de las características más cruciales y hay más que suficientes investigaciones que muestran que los alumnos que no se sienten que tienen una buena conexión con el profesor y con la escuela, son más propensos al fracaso escolar y tienen un menor rendimiento. Podemos analizar cualquiera de estas fuerzas y ver cómo cada una de ellas contribuye al aprendizaje de nuestros alumnos.
P. ¿Qué es la revolución educativa para usted?
R. La revolución educativa, que de hecho está comenzando ahora, pienso que es cuando damos más control para la toma de decisiones y para el diseño de las escuelas a los profesores. Tradicionalmente eso no está en manos de los profesores sino de personas que crean las políticas públicas que no saben demasiado sobre educación. Hay una agenda política que determina hacia dónde deben dirigirse las escuelas. Sin embargo, podemos empoderar a los alumnos, como ocurre en una iniciativa en Australia llamada “Dale la vuelta al sistema, o como ocurre también en el Reino Unido con otra llamada “Darle la voz a los profesores” para llevar a cabo cambios en sus escuelas y en el sistema. Pienso que eso sería una revolución educativa.
P. ¿Piensa que se debería dar más autonomía a las escuelas?
R. No se trata solo de dar autonomía a las escuelas, sino de implicar a los profesores en decisiones sobre políticas educativas. No sé cómo funciona en España, pero sí conozco cómo es en Australia y los Estados Unidos, se toman decisiones que conciernen a las escuelas y casi nunca se habla con los profesores. No hablan con los profesores acerca de lo que está pasando en las escuelas, de lo que necesitan, sino que otra persona está tomando esas decisiones. No hablar con las personas que de hecho tienen bajo su responsabilidad la misión de educar es una manera de quitarles poder. Entonces, pienso que la revolución comienza empoderando a los profesores y dándoles más voz comenzando por las políticas educativas.